¿Venganza o justicia? Si un hombre dispara a los que mataron a su mujer y para nosotros no es un "asesino"

¿Venganza o justicia? Si un hombre dispara a los que mataron a su mujer y para nosotros no es un "asesino"
Fabio di Lello mató a Italo D'Elisa con tres disparos, el chico de 22 años que habÃa atropellado y asesinado a su esposa, Roberta Smargiassi, que tenÃa 34 años.
La empatÃa hacia este hombre transformado en asesino por un dolor repentino y demasiado grande, que prevalece sobre todo y quita toda posibilidad de futuro, es humanamente inevitable. No es difÃcil de entender - de hecho, lo es en la medida en que es inimaginable - la desesperación que se vuelve obsesión, estalla de odio y se asienta para convertirse en patologÃa, depresión que arma la mano de un hombre que, hasta hace poco, era un hombre como cualquiera de nosotros, enamorado de su mujer, con algo más que pasión por fútbol, ​​seres queridos, amigos, una vida normal y una foto de Facebook con un nieto bajo el cual Roberta escribió "Mis amores" y añadió tres corazoncitos.
Hoy las noticias rebotan por todas partes y rÃos de tinta virtual golpean las frases
Hizo lo correcto
tenÃa que hacer sufrir más a ese bastardo
en Italia, desafortunadamente, si no te haces justicia ...
se ha hecho venganza
Palabras. Es tan fácil lanzar algunos al azar.
Italo es el asesino. Fabio se hizo justicia a sà mismo.
Un accidente, fue un accidente. Italo no era un pirata: no estaba borracho ni bajo los efectos de las drogas. Le podrÃa pasar a cualquiera de nosotros, a alguien a quien amamos.
Italo y su familia ni siquiera se han disculpado.
Italo provocó a Fabio con su motocicleta. HabÃa sido poco tiempo y ya le habÃan dado permiso para conducir hasta el trabajo.
Italo tuvo que pagar sus responsabilidades, fue rápido y pasó con el rojo, pero se detuvo de inmediato, pidió ayuda.
Palabras. ¿Cuánto tiempo se tarda en escribirlos? ¿Un minuto? Tres como máximo. Palabras. Posibles reacciones instintivas, no filtradas por un conocimiento profundo de los hechos, ni por la oportunidad o no decirlos. Palabras que no cuestan nada a quienes no conocen el mundo interior de quienes han perdido a su persona más querida y el de quienes, a pesar de sà mismos, causaron esta pérdida.
Palabras que en una mente probada no curan, no alivian el dolor, no dan consuelo, solo ponen odio sobre odio, se arremolinan, se confunden y confunden.
¿Lo que queda?
No se ha hecho justicia.
Fabio lleva la doble carga de ser vÃctima y asesino. Puede despertar nuestra empatÃa, no convertirse en un héroe.
A menos que se reconozca que la madre, el padre o la novia potencial de Italo se convierten en héroes a su vez al presionar el gatillo contra Fabio y luego contra la madre de este último ...
Si esto es justicia, la única posibilidad es convertirse en asesinos y luego en vÃctimas, en una espiral eterna.
Lo que queda mientras nos damos el lujo de escribir lo bueno y lo malo, mientras ¿Escribimos palabras de odio pensando que hasta que aprietas el gatillo eres inocente?
Tres familias quedan destrozadas, quedan tres madres y padres que han perdido a sus hijos, queda todo el dolor de Fabio, no aliviado por esa pistola colocada sobre la tumba de Roberta tras el asesinato. Una promesa de amor que ninguna mujer que ama desearÃa, porque solo agrega dolor al dolor, injusticia a la injusticia y la destrucción definitiva de quienes tanto se han amado.
Solo queda una triste historia, que olvidaremos, con nuestras odiosas palabras ya desvanecidas en el próximo comentario de Facebook al amigo de turno.
Entonces, ¿era tan necesario escribirle?
ArtÃculo original publicado el 2 de febrero de 2017
Deja una respuesta