Si la violación se convierte en placer o en algo que desear a una mujer
Si la violación se convierte en placer o en algo que desear a una mujer
Las señales del ataque permanecen en la playa de Miramare. Hallazgos numerados para fotografÃas que se utilizarán para investigaciones.
Mamá la violencia aún no se ha consumido por completo.
Debido a que después de los gravÃsimos hechos de violación grupal en una playa de Miramare contra una pareja polaca, él fue brutalmente golpeado, ella fue violada repetidamente por cuatro hombres, comenzó otra violencia.
El verbal de quienes escribieron, comentando precisamente esos hechos, los siguientes y que uno puede estar tentado a considerar "menos graves" que violencia fÃsica, excepto que esta última es siempre el resultado de abominaciones culturales como estos:
Para escribirlo es Abid Jee, que tiene 24 años, vive en Bolonia, estudia, a pesar de toda la ética, Derecho y es empleado de la cooperativa boloñesa Lai-Momoe como mediador cultural que, por definición de Treccani, es "Quienes ejercen la profesión de mediar entre dos o más culturas, a veces muy distantes entre sÃ, con el fin de favorecer la integración de los inmigrantes asistiéndolos en sus relaciones con la administración pública, las estructuras de salud y educación, la comunidad del paÃs anfitrión ".
Pasos que el rol prevé también una mediación de tipo lingüÃstico y aquÃ, es evidente, hay un desconocimiento de la propia lengua y por ello es legÃtimo preguntarse cómo fue seleccionado el sujeto por la cooperativa que ahora obviamente se aleja de esta iniciativa privada.
Lo único que el mediador parece mediar aquà es la brutalidad de un acto. para lo cual nada más es aceptable que una condena firme, indignada, sin banderas polÃticas ni étnicas. Y, en cambio, media realmente, media entre una leve admisión de la violencia inicial del acto que se perdona con el posterior "goce" (parece imposible pero el hombre habla de esto) "concedido" a la mujer aunque sea contra su voluntad. Tan normal, casi admitir que Ok, sÃ, los chicos se equivocaron, pero no hagas un caso más grande de lo que es. Al final, a ella también, después del momento inicial, seguro que le habrá gustado.
¿De qué cultura estamos hablando? En las palabras hay una herencia arcaica en la que la mujer no es más que una extensión fálica o un contenedor del hombre.
AquÃ, lo "cultural" es sólo lo que queda, despedazado, de siglos de cultura, progreso, batallas civiles, historia del derecho y de la ética.
Podemos simplificar la historia, convertirla en un gueto al caso aislado, a un problema de integración o pertenencia a una "cultura" distinta a la nuestra.. Puede ser reconfortante, pero no lo es.
Si fuera el secretario municipal de San Giovanni Rotondo (Foggia) de Noi con Salvini, Saverio Siorini, no habrÃa escrito --porque ni siquiera lo habrÃa pensado-- lo siguiente:
Luego se corrigió en esto y luego se eliminó:
Tampoco es un caso aislado. Varios episodios pasados ​​enseñan esto
y cualquiera que esté familiarizado con las redes sociales lo sabe bien, lo vive todos los dÃas.
Y ya leemos numerosos comentarios de quienes condenan las palabras de uno u otro, deseando a quienes las pronunciaron que las próximas vÃctimas de abuso sexual sean sus propias hermanas, hijas, esposas, legitimar la propia violencia verbal y cultural con la del otro, sin posibilidad de solución.
Hace 54 años, el 28 de agosto de 1963 en Washington, Martin Luther King pronunció su discurso más famoso:
"Tengo un sueño, tengo un sueño", dijo.
Y habló de igualdad, derechos, hermandad, libertad.
Es un sueño roto, amenazado no solo por las personas violentas que incluso entonces lo amenazaron y siguen haciéndolo, sino también por quienes, para defender estos valores, legitiman su propia violencia fÃsica, verbal y cultural.
Martin Luther King lo supo cuando, en ese mismo discurso, amonestó a su propio pueblo:
Pero hay algo que debo decirle a mi gente que está aquà en el cálido umbral que conduce al juzgado. En nuestro progreso hacia la meta correcta, no debemos mancharnos con acciones injustas.
Tratamos de no satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del odio y el resentimiento. Tendremos que dirigir nuestra lucha para siempre en el plano superior de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia fÃsica. Tendremos que elevarnos continuamente a las majestuosas alturas de quienes responden a la fuerza fÃsica con la fuerza del alma.
Para hacer esto, hoy como entonces, cada uno de nosotros debe encontrar y eliminar los propios prejuicios y criar hijos libres de ellos, como nuestra generación de los llamados Millennials no ha podido ni sabe ser.
ArtÃculo original publicado el 29 de agosto de 2017
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