Primo Levi y el insuperable sentimiento de culpa de los supervivientes

Primo Levi y el insuperable sentimiento de culpa de los supervivientes
11 de abril de 1987 Primo Levi se quitó la vida lanzándose desde la escalera del edificio donde vivía en Turín.
Él mismo, que había sido la voz de los millones de víctimas del Holocausto y de quienes, como él, lograron salir de ese horror, al final entregó una vida que, quizás, le había puesto demasiados sentimientos de culpa por delante. .
Precisamente por ser un "superviviente", por poder narrar aquella inmensa e inolvidable tragedia que fueron los campos de concentración y la locura nazi.
Si este es un hombre, un crudo y conmovedor memorial de la brutalidad nazi que, sin querer agredir a los perpetradores, sólo trató de describir el estado de deshumanización y despersonalización de los detenidos en Auschwitz, donde él mismo fue deportado, ha vendido desde la primera publicación, en 1947, más de dos millones de copias. Y sigue siendo uno de los testimonios más profundos y vivos de lo ocurrido hace setenta años, a la par de otros libros que se han convertido en símbolo de la denuncia de ese terrible período que fue el de la Segunda Guerra Mundial y la persecución de los judíos. Como el diario de Ana Frank, por ejemplo, o el de Etty Hillesum, encontrado solo muchos años después de su muerte en el campo de concentración.
Y decir que Primo Levi, cuando fue arrestado en el 43, no fue porque fuera judío, al menos, no solo por eso, sino porque era un antifascista. Fue él quien lo dijo durante una entrevista con Enzo Biagi, en 1982.
Me capturaron porque era partidario, que era judío, estúpidamente, lo dije yo mismo. Pero los fascistas que me capturaron ya lo sospechaban, porque alguien les había dicho que yo era bastante conocido en el valle. Me dijeron: 'Si eres judío te enviaremos a Carpi, en el campo de concentración de Fossoli, si eres partidista te pondremos en el muro'. Decidí decir que era judío, resultaría de todos modos, tenía documentos falsos que estaban mal hechos.
Levi llegó a Auschwitz el 22 de febrero de 1944, abarrotado en un tren de carga con 50 personas por cada vagón con otros 650 judíos, mujeres y hombres. Llegado al campo de concentración, está registrado con el número 174.517. Un numero que nunca olvidaras.
Cerrado en el campo de concentración, donde trabajaba para una empresa que producía caucho sintético, y luego en el Ka-be (del alemán Enfermería, la enfermería del campo) porque enfermó de escarlatina -que fue su salvación, ya que muchos murieron en la marcha de evacuación de Auschwitz en enero de 1945- Levi soportó las aberraciones de los soldados nazis, impresionando cada momento en sus ojos de horror, posteriormente descrito en Si este es un hombre.
Considera si este es un hombre
Trabajando en el barro
Quien no conoce la paz
Que pelea por medio pan
Quién muere por un sí o un no.
Cuarenta años después de haber escrito lo que todavía se considera no solo su obra maestra, sino la obra maestra de la literatura mundial, Primo Levi se suicidó.
Y tal vez las razones de este gesto extremo e inexplicable se encuentren precisamente en esa "suerte", en ese destino que le sonrió salvándolo de la muerte en el campo de concentración. Después de todo, él mismo nos deja adivinar entre las páginas de Los sumergidos y los salvados, donde aborda el tema del nazismo y los campos de concentración, escrito en 1986, justo un año antes de que decidiera morir.
¿Por qué yo? ¿Por qué sobreviví y los demás no?
Básicamente, el síndrome del superviviente ha sido diagnosticado como una patología psicológica real, que tiene entre sus síntomas ansiedad, pesadillas, enfados y flashbacks, hasta el llamado "culpa del superviviente“Por lo que, a pesar de ser inocente, el sobreviviente se siente desolado por un sentido de responsabilidad por lo sucedido, y por no poder evitarlo.
Quizás para Primo Levi, elegido por un destino benévolo para convertirse en la voz y la pluma de esos años terribles, en cierto momento el peso de esta responsabilidad se hizo demasiado grande; y tal vez, pero no podemos evitar permanecer en el mero campo de las hipótesis, como afirma el escritor Marco Belpoliti, Levi se dio cuenta en cierto punto de que los monstruos que habían cometido esas abominaciones eran hombres. Como el. Como todos nosotros.
A partir de ahí, probablemente, el escritor había dado a luz una consideración definitiva sobre el género humano, como capaz de repetir una atrocidad similar. Y para hacer de todo el mundo una sola gran cerveza. Quizás confiar en el futuro con el terror de poder volver a presenciar las cosas ya sufridas hubiera sido el verdadero salto al vacío para Primo Levi. Un pensamiento que no pudo soportar.
Para ello, tomó la misma vida que le habían salvado en Auschwitz, para poder transmitir el dolor de esa tragedia a la posteridad.
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