Por Eluana Englaro y por la valentÃa de Beppino

Por Eluana Englaro y por la valentÃa de Beppino
Poco después de las ocho de la noche del 9 de febrero de 2009, el jefe de cuidados intensivos de la clÃnica La calma desde Udine llamado Beppino Englaro para decirle que su hija, que llevaba 17 años en estado vegetativo permanente, habÃa dejado de respirar. La vida de Eluana Englaro asà terminó, después de años de luchas judiciales.
Todo comenzó en 1992, con un terrible accidente de coche: Eluana tenÃa solo 21 años y era un estudiante de Lecco matriculado en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras. Cuando salió del coma después de unos meses en el hospital, nunca se recuperó: los médicos inmediatamente declararon su estado vegetativo, debido a lesiones cerebrales irreversibles.
De un drama personal y privado, la historia de Eluana Englaro se transformó rápidamente en un debate público sobre el final de la vida. Su familia pidió la suspensión del tratamiento, que la propia joven habÃa dicho que consideraba una furia terapéutica, antes de convertirse en vÃctima. Y luego estaba la opinión pública, con protestas en las calles de los partidarios de la eutanasia y de los que no querÃan desconectarse.
Entrevistado por Corriere con motivo de los diez años de la muerte de su hija, Beppino Englaro recordó el dolor que sintió en esos años. No solo estaba la tragedia familiar, sino también la carga de ser vistos como "monstruos" por una parte del paÃs.
Cuando mi esposa y yo empezamos a luchar para que nuestra hija fuera puesta en libertad, nos miraban como extraterrestres. No eran temas de los que se pudiera hablar. Durante años nadie ha escuchado nuestro llamado de ayuda.
En diez años todo ha cambiado gracias a las sentencias y al testamento vital.
Hoy el Luana de turno ya no estarÃa atrapado, sino que verÃa cumplido su derecho a la autodeterminación. Asà lo dicen las sentencias de la Corte Suprema y el Consejo de Estado, además de la ley 219, aprobada a principios del año pasado, que regula la provisión anticipada de prestaciones al final de la vida. Con la bioprueba, todos pueden decidir y estar seguros de que se respeta su elección.
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