Margaret Fuller, una de las primeras mujeres en apoyar a su esposo e hijos

Margaret Fuller, una de las primeras mujeres en apoyar a su esposo e hijos
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"Si las mujeres fueran libres, si fueran lo suficientemente sabias para desarrollar plenamente su propia fuerza y ​​belleza, nunca querrÃan ser hombres o como hombres".
Las palabras de Margaret Fuller, una gran feminista estadounidense que vivió en el siglo XIX, hoy puede parecer (quizás) obvio, pero no lo fueron en su época. En esos años, una mujer ni siquiera podÃa tener libertad para estudiar y trabajar, salvo en los puestos que consideraba adecuados. Logró, como nos cuenta un artÃculo de The Nation, y se convirtió en una figura destacada en el panorama cultural, cambiando también las reglas en la familia: no era su marido quien mantenÃa a la familia, sino ella.
Sarah Margaret Fuller, nacida el 23 de mayo de 1810 en Cambridgeport, Massachusetts, era la hija mayor de un abogado. Fue su padre quien decidió que ella recibiera la misma educación que los hombres de su propia clase social, evitando que perdiera el tiempo en los libros de modales e historias de amor que se hacÃan para leerles a las niñas en esos dÃas. Más tarde, ella dirÃa de él que esperaba convertirla en "Guardián de todos sus conocimientos".
Por lo tanto, no es de extrañar que pudiera leer y escribir temprano, aprender varios idiomas y también convertirse en una lectora voraz de clásicos griegos y latinos. Se estaba formando una mente brillante, intimidando a sus compañeros y convirtiéndola en objeto de burla por parte de sus compañeros. Para aquellos que creÃan que una niña solo deberÃa ser "material de matrimonio", Margaret Fuller nunca lo lograrÃa en la vida. TenÃa un aspecto normal, tenÃa sobrepeso, parpadeaba compulsivamente y tenÃa una voz nasal. Escucharla, sin embargo, era otra historia.
Con su conocimiento y su intelecto, Margaret también intimidó a los adultos. Sin embargo, en la sociedad de su tiempo, las chicas no podÃan ingresar a las universidades, por lo que después de la secundaria tuvo que seguir estudiando sola. Asà comenzó a escribir una biografÃa sobre Goethe y aprendió alemán por su cuenta para comprender mejor sus escritos y luego poder ir a Alemania para hacer otras investigaciones. Sin embargo, la repentina muerte de su padre, cuando ella tenÃa 25 años, la obligó a buscar un trabajo que le permitiera contribuir a la familia.
Después de convertirse en maestra, se mudó al área de Boston y Providence, donde pudo hacer amistades que fueron importantes para su vida. Entre estos nuevos conocidos, también estaba el filósofo y escritor Ralph Waldo Emerson, gracias a lo cual se acercó al trascendentalismo, un movimiento filosófico y poético estadounidense que se inspiró en Lado y que en cierto sentido se acercó a las ideas del romanticismo.
Llamado en 1840 para dirigir la revista polÃtico-literaria El dial, atrajo la atención del director de la Tribuna de Nueva York, quien en 1843 la eligió como periodista. Nunca antes una mujer habÃa alcanzado un puesto tan alto en un periódico. Dos años después publicó La mujer del siglo XIX, el primer libro escrito en Estados Unidos que finalmente habla sobre la igualdad entre hombres y mujeres.
Es hora, en este tiempo, de que la Mujer, la otra mitad del mismo pensamiento, la otra habitación en el corazón de la vida, tome su turno y comience a palpitar plenamente; y la vida de nuestras hijas mejorará, lo que será de gran ayuda para mejorar y mutar también a nuestros hijos pequeños.
En medio del gran éxito de su libro, en el que Margaret Fuller también hablaba del vegetarianismo como una opción natural para el respeto por los animales, llegó otro punto de inflexión. El New York Tribune decidió enviarla a trabajar como corresponsal extranjera en Europa, dado su conocimiento de idiomas extranjeros y el aprecio de los lectores por su pluma. No podÃa haber sabido que su gran aventura europea serÃa fatal para ella.
Durante su tiempo como corresponsal en el extranjero, se hizo amiga del filósofo escocés Thomas Carlyle y el gran escritor Amantine-Lucile-Aurore Dupin, mejor conocida por su seudónimo masculino George Sand. Al año siguiente se convirtió en la primera corresponsal de guerra y se trasladó al sur de Italia para seguir los movimientos revolucionarios. Se enamoró del espÃritu independentista italiano, ofreciendo su ayuda en los hospitales, y por primera vez también se enamoró de un hombre, el noble sin un centavo. Giovanni Angelo Ossoli, diez años más joven.
Mientras estaba en Roma, junto a su pareja comprometida en la lucha, quedó embarazada. Incapaz de casarse en la ciudad santa, Margaret Fuller buscó refugio en L'Aquila y Rieti, donde el 5 de septiembre de 1848 dio a luz a su hijo. Angelo Eugenio Filippo Ossoli, dijo Angelino. Dejó al bebé con una nodriza, regresó a Roma para retomar su trabajo de corresponsal, que no habÃa podido hacer durante el embarazo: se necesitaba un ingreso fijo, y solo ella podÃa garantizarlo.
Dividida entre su trabajo y su nueva maternidad, Margaret decidió regresar a Estados Unidos con su pareja y su hijo. Allà pudo hacer su trabajo y seguir escribiendo serenamente. Junto con una niñera italiana, el 17 de mayo de 1850 la nueva familia partió de Livorno en el barco Elizabeth. Tras la muerte del capitán del barco debido a la viruela, un oficial del barco sin experiencia asumió el mando.
Al llegar a Nueva York, el barco encalló debido al clima y las maniobras incorrectas del nuevo capitán. Casi todos los pasajeros se guardaron, aferrados a las vigas del barco, pero la familia Ossoli no tuvo la misma suerte. Nunca fueron encontrados: era el 19 de julio de 1850 y el manuscrito del ensayo en el que trabajaba Margaret Fuller también se perdió en el mar. Un final triste y trágico para una mujer que merecÃa vivir mucho más y contar la condición femenina de su tiempo.
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