Las dolorosas y hermosas palabras de Aldo Moro a su esposa en las últimas letras
Las dolorosas y hermosas palabras de Aldo Moro a su esposa en las últimas letras
Era el 16 de marzo de 1978, dÃa de presentación del nuevo gobierno encabezado por Andreotti. Aldo Moro estaba a bordo del automóvil que se suponÃa que lo transportarÃa desde su casa en el distrito de Trionfale de Roma hasta la Cámara de Diputados. Nunca llegó a su destino, porque un comando del Brigadas Rojas logró interceptar el auto, matar a los cinco hombres de la escolta y secuestrar al entonces presidente de la Democracia Cristiana.
Aldo Moro nunca regresó a casa con su familia: llevado a una prisión secreta, después de 55 larguÃsimos dÃas, fue asesinado. Sus secuestradores lo dejaron en el maletero de un Renault 4 rojo robado con la excusa de querer transportarlo a otra parte. Después de cubrirlo, le dispararon doce balas. Su cuerpo fue encontrado más tarde el 9 de mayo de 1978 cerca de la sede del DC, en Piazza del Gesù.
Durante todo el secuestro, Aldo Moro no pudo hacer nada más que esperar y escribir. Escribió muchas cartas, 86 de ellas, dirigidas a colegas del partido, a periódicos, al Papa Pablo VI y sobre todo a la familia. Las misivas para su esposa Eleonora, que hoy podemos releer en el libro Cartas del cautiverio, sigue siendo un testimonio de su presencia de ánimo, incluso en un momento tan dramático y desesperado.
Sé fuerte, dulzura mÃa, en esta absurda e incomprensible prueba. Son los caminos del Señor. Recuérdame a todos los familiares y amigos con inmenso cariño ya ti y a todos un abrazo muy cálido como prenda de amor eterno. Me gustarÃa entender, con mis ojitos de mortal, cómo veremos más adelante.
Me sigue siendo un misterio por qué se eligió este ruinoso camino, que me condena y carece de punto de referencia y equilibrio. Ya ahora vemos que significa no tener una persona capaz de reflexionar. […] Digo esto, sin controversia, como una simple reflexión histórica. Ahora me gustarÃa abrazarte tanto y contarte toda la dulzura que siento, aunque mezclada con cosas muy amargas, por haber tenido el regalo de una vida contigo, tan rica en amor y profundo entendimiento.
TodavÃa:
Si hubiera luz, serÃa hermoso. Mi amor, siénteme siempre contigo y abrázame fuerte. […] Todo es inútil cuando no quieres abrir la puerta. El Papa ha hecho poco: tal vez tenga escrúpulos.
Además de muchas pequeñas indicaciones prácticas, enumeradas con la claridad de un hombre que sabÃa que podÃa ser condenado, un último pensamiento también dedicó a su sobrino. Luca, todavÃa demasiado pequeño para tener suficientes recuerdos.
Quién sabe cuántas cosas me he olvidado. Mantente lo más unido que puedas y también mantén mis cosas unidas contigo, porque soy tuyo. […] Recuerda que fuiste lo más importante de mi vida. Recuérdame discretamente a Luca con algunas fotos y algunas descripciones, que no se siente completamente sin abuelo. Y luego que sea feliz y no cometa mis generosos e ingenuos errores.
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Fuente: Wikimedia
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