Isabel I Tudor, la reina virgen a la que le cortaron la cabeza a su prima

Isabel I Tudor, la reina virgen a la que le cortaron la cabeza a su prima
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Temida y venerada durante su largo reinado, Elisabetta I sigue siendo una de las figuras más emblemáticas de la historia occidental en la actualidad. Hija de Enrico VIII y su segunda esposa Anna Bolena, se convirtió en la reina más querida de todos los tiempos, manteniendo el poder durante casi medio siglo. También llamado Gloriana o la Reina Virgen, fue el quinto y último regente de la dinastÃa Tudor. Su época estuvo marcada por victorias sensacionales, por el amor incondicional de sus súbditos y también por la rivalidad con su prima. MarÃa Stuarda, Reina de Escocia y consorte del Rey de Francia Francisco II. A ella se le han dedicado numerosas biografÃas y pelÃculas: ningún soberano ha despertado nunca más la curiosidad de los historiadores y del público que ella.
Nacida el 7 de septiembre de 1533 en Greenwich, Isabel I vino al mundo llevando a su madre a un paso de la horca. Para satisfacer y apaciguar las demandas dinásticas de su padre, que querÃa asegurar un heredero al trono, tendrÃa que ser un niño. Enrique VIII, de hecho, no habÃa dudado en declarar la guerra a la Santa Sede y provocar un cisma religioso para anular el matrimonio con su primera esposa. Catalina de Aragón, que le habÃa dado sólo una hija, y poder casarse con la joven y guapa Anna Bolena.
El nacimiento de Isabel fue, por tanto, una decepción para el rey y para su nueva esposa, que quedó embarazada dos o tres veces más, sin poder, sin embargo, dar a luz al codiciado heredero. Deshonrada y acusada de incesto y brujerÃa, en 1536 Anna Bolena fue decapitada, dando paso a la nueva mujer del soberano, Jane Seymour. No habrÃa sido el último para el codicioso Enrique VIII, que también decidió declarar ilegÃtima a su hija Isabel. La pequeña, que solo tenÃa tres años, fue enviada al exilio en la mansión Hatfield junto con su media hermana MarÃa I Tudor.
Elizabeth pudo regresar a la corte solo gracias a la sexta esposa de su padre, Caterina Parr, quien en 1544 convenció al rey de que insertara a las dos niñas en la lÃnea de sucesión después del prÃncipe Edoardo, hijo de Jane Seymour. Gracias a su madrastra, la futura reina recibió una educación rigurosa y pudo estudiar latÃn, griego, francés, italiano. Culta, inteligente y dotada de gran memoria, la joven pudo asà emprender ese glorioso futuro que ni siquiera podÃa imaginar todavÃa, dado que ocupaba el tercer lugar en la lÃnea de sucesión al trono.
Cuando su padre murió en 1547, su único hijo ocupó su lugar, aunque todavÃa era un niño. Aún sin dieciséis años, Eduardo VI murió de viruela en 1553, dejando un testamento en el que declaró a su primo su heredero. Lady Jane Grey, quien reinó por solo nueve dÃas. Para derrocarlo fue la primera hija de Enrique VIII, MarÃa I Tudor, inicialmente apoyada por el pueblo, que la consideraba la heredera más cercana en sucesión. Su suerte cambió después de su matrimonio con Felipe de España, demasiado católico para los ahora protestantes súbditos ingleses. Por temor a ser destituida y reemplazada por su hermana, encerró a Elizabeth en la Torre de Londres.
Después de dos meses de encierro, a fines de 1533 se le permitió a Elisabetta regresar a la corte y reunirse con su media hermana, que mientras tanto quedó embarazada. Una estrategia nacida de la mente de Felipe, preocupado por la muerte de su esposa: la idea de que la corona pasarÃa a MarÃa, reina de Escocia, era insoportable. Asà fue como, a la muerte de MarÃa I Tudor en 1558, la media hermana menor ascendió al trono como Elisabetta I. TenÃa 25 años y heredó un paÃs agobiado por las deudas, los conflictos internos y la compleja situación religiosa.
A pesar de fingir ser católica para someterse a la voluntad de la reina que la precedió, asumió el tÃtulo de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, manifestando inmediatamente sus creencias protestantes. Esto enfureció a la mismÃsima prima católica Maria Stuarda, que se opuso a la coronación de Isabel I, proclamándose soberana de Inglaterra gracias al apoyo de los franceses. Según las normas católicas, la segunda hija de Enrique VIII era de hecho ilegÃtima, ya que el matrimonio con Catalina de Aragón nunca habÃa obtenido la anulación papal.
La intervención de un grupo de señores escoceses en apoyo de Isabel I congeló momentáneamente la situación, destinada a estallar de nuevo tras el segundo matrimonio de MarÃa con su prima. Enrico Stuart, a su vez nieto de Margherita Tudor (hermana de Enrique VIII) y por tanto pretendiente al trono inglés. Sin embargo, el conde fue asesinado en 1567, quizás a petición de su esposa, que no pudo soportar su enojo.
La carta enviada por Isabel I a su prima MarÃa el 24 de febrero de 1567, publicada en Isabel I: Obras completas publicadas por Prensa de la Universidad de Chicago, contenÃa las señales de la tragedia que ocurrirÃa en los años siguientes.
Mis oÃdos han estado tan conmocionados, mi intelecto tan afligido y mi corazón tan asustado al escuchar la aterradora noticia del abominable asesinato de su esposo loco y mi primo que apenas tengo fuerzas para escribir sobre ello. E incluso si mi naturaleza me obligara a considerar su muerte con más severidad, siendo de mi propia sangre, os diré con valentÃa lo que pienso. No puedo fingir que estoy más triste por ti que por él. Oh señora, no cumplirÃa con mi deber de pariente fiel y amigo cariñoso si me esforzara más en complacer sus oÃdos que en defender su honor.
Aún en la misma carta, Isabel I intenta evitar lo que temÃa que sucediera, es decir, un acto de afrenta por parte de su prima.
No les escribo con tanta vehemencia por dudas, sino por el cariño que les traigo. Porque no ignoro que no tienes un consejero más sabio que yo. Entonces, como recuerdo que nuestro Señor también tuvo un Judas en doce apóstoles, y estoy seguro de que no puede haber nadie más leal que yo, les ofrezco amor a cambio de tanta prudencia.
Obligada a abdicar después de casarse con el presunto asesino de su marido, MarÃa fue encarcelada. Logró escapar a Inglaterra, donde Isabel I decidió mantenerla confinada en el castillo de Sheffield durante dieciocho largos años. Posteriormente, muchos conspiraron para atentar contra la vida del soberano, en primer lugar también el primo, que se creÃa que era la mente detrás de la Parcela Babington y por ello ejecutado en el castillo de Fotheringhay el 8 de febrero de 1587.
A pesar de los muchos pretendientes, Isabel I nunca se casó e incluso hoy su elección sigue siendo un misterio insondable. Según los historiadores, pudo haber temido sufrir la misma suerte que su madre, a la que repudiaron y asesinaron porque no le habÃa dado un hijo al rey. Al permanecer soltera, sabÃa que también evitarÃa morir en el parto, como les sucedió a dos de sus madrastras. Lo cierto es que Sir Walter Raleigh, navegante y poeta, fue durante mucho tiempo uno de sus favoritos, aunque no hay evidencia segura de una relación entre los dos. Nada podrÃa haber dañado su imagen virginal: como era de esperar, a Elizabeth le encantaba llevar perlas, sÃmbolo de pureza, que también usaba para adornar sus suntuosos vestidos.
De mediana estatura, con espeso pelo rojo rizado, le aterraba el dolor fÃsico. Dotada de un temperamento fuerte y voluntarioso, dedicó toda su vida y toda su vida al reino, estabilizando su situación económica y saldando la deuda pública acumulada por su hermana. Gracias a ella se detuvo la invasión española y por tanto el peligro de guerras civiles o religiosas. Para algunos sobrevalorados desde un punto de vista puramente polÃtico, Isabel I fue sin duda la artÃfice de un perÃodo cultural fructÃfero para Inglaterra, favoreciendo el trabajo de artistas como William Shakespeare, Edmund Spenser mi Christopher Marlowe.
Murió el 24 de marzo de 1603 en el Palacio de Richmond a los casi setenta años, quizás por el uso diario del blanco de plomo, un pigmento muy común en la época y que se utilizaba para blanquear el rostro. Enterrada en la AbadÃa de Westminster, junto a su media hermana, la frase estaba grabada en su tumba:"Compañeros en el trono y en el sepulcro, aquà descansamos dos hermanas, Isabel y MarÃa, con la esperanza de una única resurrección".
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