He notado por un tiempo las relaciones entre hermanos y toda la riqueza de sentimientos involucrados en esta relación.
Como la maternidad, la hermandad también está cargada de emociones idealizadas y casi sagradas, salvo que en ambas la vida cotidiana es mucho más trágica, difÃcil y compleja de lo que nos enseñan.
Tener un hermano es demoledor porque si somos hijos únicos, llega llevándonos / robando un lugar, miradas y atenciones antes que solo las nuestras. Entonces, en un principio, este ser que ingresa a nuestro hogar y espacio es, sobre todo, el destructor de un sistema emocional y fÃsico, ya establecido y equilibrado.
Si somos hijos del medio, vivimos el dilema entre ser comparados con el mayor y, por tanto, el que sabe, que es el primogénito. Y el más joven que viene, como decÃa arriba, a robarnos el lugar más joven y exigirnos las miradas, los amores y los cuidados que antes estaban destinados a nosotros y compartidos con uno más. Esta posición de hijo del medio muchas veces nos deja fuera de la esquina, con las sobras de lo que se ha regalado a los mayores y a los más pequeños, requiriendo un esfuerzo extra para hacernos notar.
Los más pequeños, en cambio, aunque no sufren la llegada de un hermano intruso, siempre han convivido con juguetes, ropa y objetos como un cochecito, bañera, cuna, entre otros, que eran de los mayores. Viviendo bajo comparaciones y a la sombra de los que vinieron antes.
Los párrafos anteriores parecen pesados ​​y muy malos, pero tal vez solo se conviertan en fuentes de sufrimiento si son ignorados y no considerados y hablados entre los miembros de la familia. Hay que poder decir lo aburrido que es compartir lo nuestro, sobre todo el amor, la mirada, la atención y el cariño de nuestro padre y nuestra madre.
Es necesario poder decir que los hermanos nos molestan, nos estorban y nos lastiman para que podamos sentir ternura y construir dÃa a dÃa los lazos que permitan un compartir amoroso, amable y verdadero.
Madre reciente de dos hijos, me encontraba preocupada por cómo transmitir la importancia de tener y ser un hermano. Me preguntaba cómo educar para enseñarles a ser mejores amigos, compañeros y cuidadosos unos con otros. Un sentimiento muy real de querer que mis hijos se cuiden solos en mi ausencia, que se ayuden unos a otros en los problemas de la vida y que no construyan una relación de competencia, envidia y desapego.
Y luego, viendo a mi mayor -ahora de cinco y diez meses- cuando conoció a su hermana pequeña -ahora de uno y tres meses-, atento a sus gestos y comportamientos, me di cuenta de cuánto espacio tenÃa ante él solo, el Los padres antes que él solos ya no existÃan y por lo tanto mi pequeño estaba experimentando el duelo. Estaba viendo a sus padres, juguetes y su habitación siendo invadidos.
Y fue ante una escena de su indignación que pude ver una rabia y un dolor muy legÃtimos. Allà comprendÃ, en ese momento, que yo, la madre, la adulta de la escena, necesitaba ayudarlo a nombrar sin juzgar lo que estaba sintiendo. Me senté en el suelo junto a él y le dije lo molesto que debe ser para él, que tener una hermana menor se interponÃa en su dÃa y que lo entendÃa y ¡tenÃa razón! Pero, podrÃa garantizarles que este aburrimiento algún dÃa cambiarÃa y que tan pronto como tu hermana pequeña creciera un poco, se convertirÃa en una compañera de juegos y no solo en alguien que exige tanto mi atención.
A partir de ese momento comencé a considerar que quizás una forma de transmitir la riqueza y el placer de tener hermanos es simplemente reconocer su lado malo y hablar abiertamente de ello. Con delicadeza, cariño y respeto, pero dejo espacio para que cada uno de mis hijos se sienta sin culpa y sin arrepentimiento que a veces apesta tener un hermano.
Me di cuenta de la importancia de estar atento a las diferencias de cada uno de ellos, en la forma de cada uno de relacionarse, jugar, hablar, sentir y compartir sus emociones y fortalecer estos caminos. Me pareció fundamental que cada uno tenga su propio espacio y algunos objetos / juguetes personales. Que cada uno de ustedes tenga un tiempo y atención exclusivos con sus padres. Los hermanos no necesitamos compartir todo, al contrario, los padres no podemos olvidar la individualidad de cada niño y es necesario que creemos y respetemos sus universos particulares.
Cada uno en su espacio, con sus amigos, sus canciones y pelÃculas favoritas le brindarán un deseo genuino de compartir y estar con el otro. Creo que es necesario que cada niño sienta para que sepa que el amor no divide, sino que multiplica y que la presencia de un hermano más allá de una amenaza es una oportunidad de intercambios e inspiraciones.
Dejar que cada niño tenga su espacio fÃsico y emocional dentro del hogar y la familia les dará recursos para construir su autoestima, para mirarse no como una amenaza, sino como otra persona como él, rica en ideas, proyectos, sueños, sentimientos y que, por tanto, también merecen atención, cariño y consideración.
También te puede interesar
- Descubre los tipos de personalidades que existen entre los hermanos.
- ¿Eres la oveja negra de la familia? ¡Únetenos!
- Aprenda a curar a su familia rompiendo patrones hereditarios
Mirar a cada uno de nuestros hijos como un ser singular, brindarles un ambiente de aceptación y validar sus emociones me parecen hoy en dÃa actitudes fundamentales que repercutirán directamente en la construcción de su forma de vivir la vida y afrontar los problemas que les depare.
No sé si asà conseguiré crear una relación de complicidad, amistad y amor entre mis pequeños, pero esa será mi apuesta, y la maternidad es siempre una apuesta, un intento y una transformación diaria. Como hermandad, eterno tejido de confianza y complicidad.