Pero, príncipe mío, ¿en qué historia te involucraste, estabas distraído y no llegaste a tiempo para el baile de nuestra reunión? ¿Ese en el que perdería una zapatilla de cristal y luego sería el motivo de tus incansables búsquedas para conocer a tu pareja?
Hoy en día, solo te recuerdo a veces, porque la ausencia es tan grande que ya no reconozco tu rostro. Todo se puso amarillo con el tiempo y no sé cómo establecer un contacto, una mirada, un toque que me haga reconocerlo.
Pero siento que, aun así, debo esperar.
Así como el sol sale y muere todos los días, la ausencia es solo el presagio del encuentro eterno ... 52 años sin sentir tu mirada ... Desde mi nacimiento te extraño en el vacío que se ha formado dentro de mi pecho.
Siempre pienso en rendirme, seguir solo, convertirme en mi única compañía, pero sucumbo a los restos de los recuerdos de antaño. Sentimientos de felicidad, sentimientos de logro, se siente como un sueño ... se siente como un espejismo ... entonces no me rindo ...
hacer cosas que hacer, convivir con gente con quien convivir, mirar el reloj con ansiedad para no sucumbir ... Y sigo creyendo que, en algún lugar, en cualquier dimensión, hay alguien que pregunta tranquilamente, bajo la luna de una noche estrellada cualquier abril:
- ¿Dónde estás, princesa, que dormida espera que despierte mi beso de algodón?
Y respondo tranquilamente, pensativo:
- Todavía estoy aquí ... todavía estoy aquí ...
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